Contristar al Espíritu – parte 2

La Sabiduría de Dios

«Por eso la sabiduría de Dios también dijo…» Primero que nada, añade que “también” esa “sabiduría” habló en dicha ocasión, como quien da por sentado que muchas otras veces ha dado profecía. Pero si es la “sabiduría de Dios” la que hablaba, ¿porqué no aclara que es “Dios” quien hablaba y no “su” sabiduría? La Biblia habla de 7 espíritus que reflejan atributos de Dios, descritos como 7 ojos, 7 candelabros, 7 lámparas, 7 estrellas o simplemente 7 ángeles. Isaías 11:2 habla de sus propios “atributos espirituales”, mientras que Enoc, en sus escritos, define más concienzudamente sus albores celestes y terrestres.

De cualquier manera, en Lucas 11:49 no expresa que fuera un espíritu de Dios, sino su propia sabiduría, algo que nos catapulta directamente a aquella “personificación” de la cual hacia tanto alarde el rey Salomón en sus Proverbios y demás escritos. En todo caso, si se acepta que el Espíritu Santo pueda ser personificado por una o más entidades divinas, ¿en qué consiste la “llenura”? Si un espíritu constituye también el ser de un individuo, ¿cómo va a estar uno dentro de otro? ¿Se trata de una especie de “poder” como el que cayó a manera de fuego sobre cada uno de los presentes en el Pentecostés que celebraban los discípulos de Cristo 10 días después del ascenso de Jesús?

Esto puede tener más de una apreciación, si analizamos las palabras de Pablo una vez más, ya que dice que el Espíritu que resucitó a Jesús “mora” en sus seguidores (Romanos 8:11), y también que somos «templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora» (1ª Cor. 3:16) en sus siervos. ¿Hablaba de manera genérica? No parece. Pero si esa fuerza divina invade a muchos, ¿cómo es que se habla de ella como quien puede “ofenderse”? Podría ser similar a cuando se recrimina a los israelitas haber puesto en su contra al Espíritu de Dios, suponiendo que fuera todo aquello que es acorde a lo espiritual, no necesariamente hablando de algo incorpóreo, simplemente en consonancia a lo que no es mundano; pero lo que nos instruye ese espíritu debe antes “oírlo” de Jesús y del Padre (Juan 16:14-15).

El espíritu parece también una “tendencia”, así como una “chispa” o “esencia”, ya que se llegan a mencionar espíritus tales como el de “cobardía”, “celos”, “sabiduría”, “adivinación”, “vértigo”, “juicio”, “sueño”, “fornicación”, “falsedad”, “engaño” o “verdad”. ¿Son un montón de tipos variados de fantasmas? Hoy nosotros mismos, en nuestro vocabulario, hablamos de “espíritu aventurero”, “espíritu de superación” o “espíritu deportista”, pero ¿será un ente o meramente un “sentir” o “fervor”? Como si el cuerpo humano fuese un recipiente vacío, es inevitable que en su estado natural no se llene del aire que está en su entorno, y nosotros mismos estamos viviendo en una burbuja llena de aire. No perdamos la noción de que nuestro cuerpo no somos nosotros, sino un “vehículo”, ya que nosotros realmente somos “espíritu”, pero, como vemos, hay más de una cosa en el sentido de “espíritu”, del que se enseña.

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Un Viento Ameno

Hablando metafóricamente, ese “aire” puede ser nocivo o favorable, dependiendo de dónde esté puesto el recipiente: si está en un estercolero, el aire será inmundo, pero si está en un paraje verde será lleno de brisa pura. Esto parece ocurrir en distintos niveles, porque mientras para muchos el mundo espiritual es otra dimensión, en la materia vemos nuestra dimensión igualmente, pero con muchas variantes. Observamos el “mundo” animal en la superficie muy diferente al “mundo” debajo del agua, y de la misma manera medimos distinto la conciencia, inteligencia y esencia de los diferentes hábitats, no tanto de la flora sino de la fauna: insectos, peces, aves, mamíferos, reptiles y anfibios. Aunque su composición elemental sea semejante, su discernimiento, facultades, masa y experiencia son muy diferentes. Si esto ocurre en un mundo tan minúsculo como el nuestro, ¿cuánto más no habrá en otros miles y miles de esferas en los cielos? Y si esto es así en nuestra dimensión de la materia, ¿qué no habrá en otros planos?

Como no se estudia esto con detenimiento no se conoce, y se define genéricamente como “espíritu” o “espiritual”, siendo que incluso usamos la definición de “espiritual” para referirnos a algo “alegórico” o incluso algo “ético”. Podemos decir que por lo general, cuando se habla del aspecto espiritual, no como ente, sino como idea, aduce a los parámetros que son acordes con el Reino del Padre Celestial. ¿Qué es entonces lo que se puede contristar? Al “viento” que trata de avivarse dentro del “recipiente” y al que no se da lugar por ponerlo en un sitio donde solo hay “aires tóxicos”, que en sentido figurado quiero decir “vida que no es acorde a lo sano”.

En el vocabulario antiguo, todo lo que hoy llamamos de distintas maneras filosóficas, metafóricas y simbólicas era simplemente llamado “espíritu”, por lo que la “mala influencia” podría ser, efectivamente, una “rémora” o “insecto” de otra dimensión –hablando alegóricamente-, o simplemente un estado mental que afecta al individuo por ser vulnerable de agentes dañinos  externos o internos, que la religión denomina “pecado”. Si el “viento” que nos influye a bien es espantado por otros “vientos” que atraemos, es obvio que el pensar nuestro dependerá del “aire” que nos llene, y como consecuencia nuestro comportamiento se verá asimismo influido, dando como resultado un extravío en la vía hacia la perfección, que es justamente lo contrario a aquello para el cual vino el “espíritu de verdad”: él vino a llevarnos «a toda verdad» (Juan 16:13).

Por eso se nos dice que no nos dejarán “huérfanos”, ya que diariamente nos hace falta un empujoncito y asesor para continuar en el sendero correcto, y ese “ayudador” es «el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.» (Juan 14:17)

 

Frederick Guttmann R.

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1 Comment

  1. Héctor Reyes Sulvaran - enero 6, 2014, 9:11 pm Report user

    Que pasa cuando ese viento de la verdad se mueve dentro de mi, especificamente sincroniza con mis pensamientos, desde mis entrañas, y a veces desde el centro de mi frente siento ese mover o (ministración). 1.- Me esta restaurando. 2.- Me esta sacando vientos impuros o 3.- Me da indicaciones o me esta hablando.

    Porque cuando abrazo a alguien siento ese mover y empezamos a llorar.
    Porque este viento hace que mi organismo emane endorfinas o dopamina y este feliz en tribulaciones o situaciones normales de dolor.
    Este mover en una oportunidad ocurrio un fenomeno que salia una especie de poder de mi cuerpo al estilo magneto de los X-Men.
    Cuando pertenecia al sistema iglesiero lo sentia asi como quien auxilia a una bateria de un vehiculo, al salir de la musica y la oraciòn, se desenchufaba. Ahora por Gloria al Rey Jesucristo, este viento de la verdad me acompaña las 24 horas. Que causalidades me lleva lo anterior.. Bendiciones y gracias por todo lo recibido.

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