¿Diezmos o Robos? – parte 2

Orientación

Las ofrendas son los donativos de corazón que se orientan a actividades complementarias, mientras el diezmo representa el salario de quienes se dedican a la obra. Tristemente, así como hay corrupción en los gobiernos, también se ve en las religiones, y hay tanto robos como malas administraciones con los fondos. En todo caso, eso no excluye a las personas a seguir pagando sus impuestos. Lo mismo ocurre con Dios; uno cumple con Él, mas lo que hagan los hombres con el dinero será cosa suya, pues en su debido momento Cristo juzgará a sus ministros sobre lo que hicieron o no hicieron, así como la manera en la que lo hicieron.

Como se vio desde el reinado de Saúl, el monarca era quien recibía los impuestos del pueblo, indiferente del Sumo Sacerdote: eran dos cosas distintas. La monarquía (que representa el gobierno) cobra sus impuestos, mientras los sacerdotes –no los católicos, sino los bíblicos- (que representan a los ministros de Cristo) cobran el suyo. Tal como el estado, si los siervos de Cristo que se dedican al ministerio deben centrarse en trabajar para el sistema, ¿cómo podrán centrarse en la obra? Entre más tiempo dediquen a trabajar para sí mismos en los asuntos del mundo menos tiempo tendrán para trabajar por los demás en la obra del ministerio. Si los maestros espirituales no tienen que “servir a dos señores”, sino dedicarse de lleno a la obra, la obra misma tendrá una producción aún mayor, igual que si alguien que dedica un porcentaje de tiempo a variadas cosas diferentes: será conocedor general de mucho pero experto en nada.

Los diezmos, es prioritario que lleguen a las zonas donde la obra está ligada. Cuando los israelitas no podían diezmar por la distancia, acumulaban el dinero o el producto de la tierra y lo llevaban a Jerusalén para las fiestas o para viajes que les llevasen a la zona (si era muy pesado lo cambiaban por dinero antes, y volvían a comprar el equivalente en Jerusalén).

Cuando los diezmos son suficientes para el salario de quien dirige los temas espirituales, lo siguiente debe llegar al secundario, y si sobran al terciario, y así sucesivamente a cada uno de los que se dedican a la obra, para que todos puedan irse volcando enteramente en el servicio. Entre más entre más gente puede incorporase en la obra y pueden ir “destetándose” de la dependencia al sistema, para ayudar el prójimo y al crecimiento del ministerio. Los salarios deben llevar un orden de prioridad.

Los que reciben los diezmos están obligados, también en sí mismos, a diezmar “el diezmo del diezmo”. Ese diezmo se centra en cosas exclusivas para la obra, ya sean externas o internas; igual que el diezmo, no se puede gastar como cosa personal, porque no le pertenece a uno. Parte de esta administración financiera incluye la gestión de actividades en pro de los necesitados.

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Ayuda Extranjera

Por otra parte, si un gobierno dedica cantidades específicas para ayudar a personas en áreas concretas, se desordenaría si quitasen de uno para pasar a otro, o incluso para ayudar a otros países. Cada país debería administrar sus propios recursos, pero si se quiere ayudar a otros principalmente debería hacerse, primero ayudándoles a los otros a que sepan gestionar lo que reciben, y segundo, enseñándoles cómo producir por sí mismos. En el sentido de la obra, si se destinan los diezmos de un lugar a otro alejado, el propio mantenimiento de la obra del lugar de donde sale podría desestabilizarse o no crecer, a menos que sus entradas sean tantas que lo permitan.

Si alguien no tiene nada con obra alguna en su región –no está vinculado con lugar alguno o no conoce lugar alguno-, debe depositar los diezmos en aquello que más cerca esté de que a la obra de dios respecta: la ayuda al prójimo. Si puede guardarlo un tiempo y mandarlos a un sitio, aunque esté alejado, porque en su zona no hay obra alguna, hace bien (puede también esperar al momento adecuado, o cuando pueda enviarlos).

Cuando los servicios internos son auto-sostenibles y productivos se pueden buscar medios de expansión para trabajar de puertas hacia afuera, y pensar en otras aún más grandes, como ayudar a distancia, si es posible y la infraestructura la permite; ya que si se descuida a la obra interna se puede dejar de dar de comer a los hijos para alimenta a los desconocidos, o dejar a ayudar al vecindario (el prójimo, o sea, “próximo”) tratando de acaparar lo que está fuera de nuestra mano.

Antes de ayudar fuera debe haber orden dentro. Antes de hacer debe haber oración. Antes de pescar para otros es mejor enseñarles a pescar.

Salario de los Obreros

Jesús enseño a los que trabajan en la obra: «En cualquier casa donde entréis, primeramente decid: Paz sea a esta casa. Y si hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si no, se volverá a vosotros. Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os den; porque el obrero es digno de su salario. No os paséis de casa en casa.» (Lucas 10:5-7)

De manera que los obreros reciben el 10% como su sueldo, de aquellos que de Dios esperan cobertura, porque, ¿cómo va alguien a exigir a su gobierno seguridad social si la propia persona no trabaja en dicho país? ¿Cómo puede uno exigir algo a Dios si no está pagando impuestos, no está vinculado? Sobre esta “cobertura”, fue dicho por uno de los últimos profetas: «Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos.» (Malaquías 3:11)

Hay quienes creen que el diezmo, las primicias, las ofrendas y demás son cosa del pasado, abolidas cuando cayó la ley de Moisés, pero de ser así, ¿por qué no cayó también el régimen monetario para que dejásemos de depender del dinero para vivir, no siendo ya más esclavos de “comprar y vender”, y de trabajar para comer y pagar deudas, rentas, etc.? No es de acomodado, pues lo contrario sería imposibilitar el avance de la obra y la dedicación de quienes quieren servir a Dios con respecto al prójimo: «Y he aquí yo he dado a los hijos de Leví todos los diezmos en Israel por heredad, por su ministerio, por cuanto ellos sirven en el ministerio del tabernáculo de reunión.» (Núm. 18:21)

Pablo dijo sobre este tema: «¿Quién fue jamás soldado a sus propias expensas? ¿Quién planta viña y no come de su fruto? ¿O quién apacienta el rebaño y no toma de la leche del rebaño? ¿Digo esto sólo como hombre? ¿No dice esto también la ley? Porque en la ley de Moisés está escrito: No pondrás bozal al buey que trilla. ¿Tiene Dios cuidado de los bueyes, o lo dice enteramente por nosotros? Pues por nosotros se escribió; porque con esperanza debe arar el que ara, y el que trilla, con esperanza de recibir del fruto. Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos de vosotros lo material?» (1ª Cor. 9:7-11) Hay quienes pagan a un profesor particular por una clase, pagan sus semestres de universidad, pagan a un empleado, y ¿no van a pagar a quien les nutre en lo espiritual?

Los que se dedican a esto lo hacen con aras de la promesa mayor: la eterna. Mientras quienes esperan una pensión terrenal que no promete la inmortalidad, lo que trabajan para Dios no perciben nada en el futuro inmediato, pues no cotizan de un salario mundano. Eso era así en el pasado con los levitas, que no tenían heredad, pues los diezmos eran su herencia (Números 18:24-26). Los que trabajan para Dios no reciben promesas terrestres sino que viven en día a día, mientras aquellos que trabajan en el mundo tienen derecho a seguridad social, cobrar el paro, etc.

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Ofrendas

Por lo regular existe una notoria confusión entre los “diezmos” y las “ofrendas”. Los diezmos son los “impuestos de Dios”, mientras las ofrendas son “donativos” o “colaboración” puntual –como una actividad concreta, la compra de cierto material, reformas, una recolecta, etc.- o esporádica para el servicio de la obra.

«Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas, o sea un cuadrante. Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; porque todos han echado de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento.» (Marcos 12:42-44) No se debe confundir la ofrenda con la limosna. La limosna es una expresión de piedad para con el pobre y menesteroso, no una colaboración para la obra. Unos y otros son importantes, pero no son lo mismo. La limosna es un gesto altruista de misericordia, que no debe darse pensando con doble intención, sino como si se lo hiciésemos a Jesús mismo (Mateo 25:35-36).

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1 Comment

  1. mauricio gonzalez plomares - mayo 13, 2016, 8:59 am

    Sr. Guttmann 5 years estudiando con usted gracias la posesion que tenia ya nn la tengo y poco a poco entiedo mas incluso el espirtu santo me ha revelado misterios que no aparecen en ningun libro cuidense que el eterno los bendiga shalom alejen-

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