Enciende una luz, enciende tu luz

Enciende una luz, enciende tu luz

¿A quiénes habló Jesús diciéndoles: «Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.

Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.

Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos» (Mat. 5:14-16).

Esa aclaración de Jesús, ¿solo es para los pastores?

¿Serán ellos los únicos que al presentar sus frutos delante del Señor se salvarán?

Las masas que semanalmente se sientan en las sillas de sus «iglesias» para escuchar la música de la alabanza y las noticias y la «prédica», ¿solo ese «fruto» entregarán a Jesús?

¿Acaso Jesús necesita como «esposa» a los hermanitos «calienta sillas, domingueros» y además pedigueños incesantes de milagros y de favores?

¿Quiénes deben ser «la luz del mundo»?

¿Solo son la «luz del mundo» los que dicen ser «profetas» o los predicadores y los pastores o aquellos que en su humildad se hastiaron de ser reconocidos como «pastores» y por ello se han «ascendido» al grado de «apóstoles» o de «patriarcas»?

Los cristianos creen que el organigrama de Jesús tiene como cabeza al «pastor», como tiene la «iglesia católica» al Papa, a sus Cardenales y a sus «padres» o el judaísmo tiene al «rabino» o el Islam a su «Imán», por no mencionar al budismo y otras religiones que se sujetan a sus líderes y con ello se eximen de toda responsabilidad.

El orgullo de muchos cristianos son sus «iglesias» por la cantidad de gente que asiste o por la edificación donde se congregan o porque consideran a su «pastor» el «ungido», el «bendecido», cultivando la «pastorlatría» y descuidando de esa manera tan absurda su salvación al no ser «luz en el mundo», porque quizás no lo son ni para sí mismos y menos en sus propias familias.

¿Cuántos abogados cristianos dedican algo de su tiempo y su profesión para sacar a un preso de la cárcel?

¿Cuántos odontólogos, médicos o enfermeros dedican algo de su tiempo y su profesión para asistir a los tantos desfavorecidos que carecen de esos servicios de salud?

Con razón Jesús lo advirtió:

«No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?

Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad» (Mat. 7:21-23).   .

Es hora de que cada cristiano inicie su caminar cargando su cruz y siguiendo a Jesús.

Es hora de que cada seguidor de Jesús encienda su luz y sea luz en el mundo, dejando la comodidad propia del religioso, del contemplativo creyente que solo quiere escuchar música de alabanzas, palabras bonitas, mensajes divinos y dar testimonios, que suelen creerselos los incautos, neófitos o interesados, o pretender tenerlos, prefiriendo entre los dones, el de las lenguas  o el de ser profeta.

Cada día que termina advierte que Jesús está más cerca y ello lo entienden todos los cristianos, y sin embargo las mayorías prefieren mantenerse en su letargo espiritual, amparándose en sus denominaciones y justificaciones, sin tener en cuenta, por ejemplo: Mateo 25.

Inicia el año 2012, supuestamente para los receptores de noticias sin fundamento el año en que va a acabar el mundo.

¿Qué tal que en un año se acabara el «mundo»?

Y si así sucediera, hipotético obviamente, ¿dónde están esas luces encendidas de los tantos cristianos?

Tú, cristiano, enciende tu luz !

Una lámpara sin aceite … dificilmente dará luz.

FGuttmann