Respuesta a: ¿Cuál es la Batalla?

#10209
Félix Guttmann
Moderador

EduardoAD:

Primero que todo tienes que tener en cuenta que si se trata de estudiar la «Biblia» el procedimiento es diferente de leerla. Estudiar la «Biblia» no es lo mismo que escudriñar esas Escrituras. Se supone que una traducción se hace de un idioma a otro, no utilizando otras lenguas en ese proceso. Es decir, del hebreo o del griego al español sin vocablos ajenos.

Segundo: el compendio de escritos que compila el llamado «nuevo testamento» está en griego y no en latín, por tanto lo de «espíritu» no encaja en una traducción del griego al español.

Tercero: para el caso, tu idioma es el español, no el hebreo, el griego o el latín, por tanto toda la información que compilan esas Escrituras deberías tenerla solo en tu idioma, el español, sin contaminaciones de otras lenguas, o no hablaríamos de traducciones a otros idiomas. Si a veces no entendemos palabras de nuestro propio idioma, mucho menos si nos traen información en otros idiomas.

Teniendo en cuenta las excepciones, tenemos que los hispano parlantes del común no suelen estar habituados a otros idiomas, sin embargo la traducciones de las Escrituras vienen del hebreo o del griego al español con vocablos griegos y latín.

Cuarto: ten en cuenta siempre la fuerte influencia del pensamiento que procede del imperio religioso político romano y de lo griego que afecta al mundo occidental y la manipulación religiosa que le acompaña.

Quinto: que el imperio romano adoptó creencias místicas y religiosas de los pueblos que invadió y que el imperio religioso romano las mezcló en el llamado «cristianismo», mismo que absorbió la fuerte influencia de lo griego.

Sexto: que el llamado «Protestantismo» heredó de todo ello y por ende las heredaron los líderes de las «iglesias cristianas» que fueron surgiendo hasta nuestros días.

Séptimo: que apenas en los últimos años la «Biblia» está siendo leída por personas prácticamente de todas las edades y bagagges intelectuales o niveles de cultura y sociales, gracias al descenso del alto analfabetismo que antes existía, de internet, y del pulular de «iglesias», entre otras razones.

Octavo: que esta generación, la nuestra, se encuentra en los portales de los últimos días de la injusta administración de este mundo y al respecto está advertido que «nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse» (Mat 10:26) «porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de salir a luz». Que «si alguno tiene oídos para oír», que «oiga» (Mar 4:22-23 R60), y que los últimos (los de este siglo XXI) serán los primeros en ver y en enterarse de la verdad ocultada por los amos de este mundo.

Entonces, con base en esos ocho puntos, si tratamos el tema de los «espíritus», ¿bajo qué parámetros o influencia lo hacemos? Si lo analizamos bajo la lupa de la lingüística griega, ¿bajo qué parámetros o influencia lo hacemos, y si lo sopesamos según la mentalidad griega, ¿bajo qué parámetros o influencia lo hacemos?

Si bien es cierto ese compendio de escritos que conforman el «canon» (palabra griega) llamado «nuevo testamento» están en griego, ello no indica que sus autores, todos judíos, menos Lucas, hayan tenido mentalidad griega y mucho menos latino romana. El escenario donde sucedió todo lo que recopila la «Biblia» no fue romano ni griego, aunque los griegos hayan influenciado a muchos «judíos» y el imperio romano haya invadido a Judea.

Todos los escritos, a partir del libro, del griego llamado «Deuteronomio», hasta «Revelaciones, excepto el aporte de Lucas, que era gentil de Siria, proceden de esos antiguos escribas israelitas, obviamente no influenciados ni por griegos ni por romanos. Prácticamente ninguno fue religioso.

No tiene sentido, entonces, que evaluemos esa información que aporta la «Biblia», desde parámetros de mentalidad latino romana, y mucho menos influenciados por «teólogos» que han surgido en el correr de los años de sociedades en su gran mayoría «occidentales» que difieren de los pensadores «cristianos orientales». Muchos de los que se identifican como «rabinos judíos mesiánicos» también han colaborado en el desvirtuamiento y desenfoque que se vivencia actualmente acerca de esas Escrituras.

Las personas que en esas Escrituras trataron temas acerca de la existencia de esos seres, que no señalaron como «Espíritus», sino como «vientos», unos «sanos» y otros «inmundos», al respecto nos informan según su experiencia en esas latitudes, y mentalidad de esas épocas. Bajo esos mismos parámetros Jesús habló a sus congéneres y en la mayoría de los casos les explicó por «parábolas» cosas para ellos complejas de comprender, aún teniendo bases para entender, como la herencia lingüística y sus tradiciones.

Es, pues, un garrafal error tratar de comprender esas Escrituras desde ópticas cambiantes con el tiempo sean norteamericanas, europeas o latinas e incluso orientales y menos si de por medio hay vocablos griegos y latino romanos.

Una realidad es leer la «Biblia», cada quien con su versión, en su idioma, en su generación, bajo su religión, que escudriñarla, investigarla, obviamente sin apasionamientos ni tendencias. Esas Escrituras se deben esas innumerables vidas que le dieron vida. Las informaciones de esas Escrituras aportan una visión crucial, radical, seria, no sujeta a interpretaciones privadas y menos de corte religioso o místico, que suelen ser irresponsables, insensatas y que terminan desvirtuando lo que el hombre debe saber. Muchas de las informaciones profundas que lega la Biblia las desconocieron quienes las escribieron.

A esta generación, la nuestra, le corresponde conocer toda esa información, y máxime si desde Jesús en adelante todos los secretos o misterios han sido revelados. Todos, sin excepción. Con Jesús se acercó ese reino de los cielos, y la gracia y la verdad. Sus posteriores administradores, los cristianos griegos, romanos y coptos, y muchos «mesiánicos», desvirtuaron esa información.

Para el caso que te inquieta, tenemos que Lucas, en el idioma griego, es quien nos informa de esas averiguaciones que hizo, porque no fue un testigo presencial, de esa aparición de Jesús esa noche.

Lo que Lucas nos reseña acerca de ese evento no ha sido fielmente traducido, así que esa información llega en esas versiones afectada, no solamente por la mentalidad del traductor, sino por la omisión de una palabra que obviamente es puntual.

Lucas nos dice en griego que mientras esos judíos seguidores de El Enviado o Ungido «aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros», que «entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían un πνεῦμα θεωρεῖν (PNEUMA THEOREIN). Lucas no utilizó el idioma latín y sin embargo el traductor lo usa para establecer la voz «espíritu», a la vez que omite el vocablo griego θεωρεῖν (THEOREIN).

Según la fuente griega «él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos? Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un πνεῦμα θεωρεῖν (PNEUMA THEOREIN) no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel. Y él lo tomó, y comió delante de ellos» (Luc.24:36-43 R60).

¿Qué significa el vocablo griego «pneuma» y esa voz qué les significaba a los de mentalidad griega de esos días? ¿Qué traduce la palabra omitida: «θεωρεῖν»(THEOREIN)? ¿Por qué es omitida?

¿Qué les significaba a los de mentalidad romana la voz «spiritu»? ¿Por qué la usa el traductor para traducir la palabra «pneuma», para el caso al español?

¿De dónde coligió o dedujo o discernió Jesús que todos esos judíos al verlo pensaron lo mismo, que era un VIENTO «THEOREIN»?

La palabra griega omitida «THEOREIN» (θεωρειν), en su esencia significa «contemplar» y también es utilizada para referirse a un pensamiento «especulativo», pero atendiendo que la palabra «especular» tiene para la mentalidad griega relación con «mirar», «ver». Proviene de theoros (espectador), formada de thea (vista) y horar (ver). De acuerdo con algunas fuentes, theorein era frecuentemente utilizado en el contexto de observar una escena teatral.

¿En qué se sustentaban esos judíos para creer que esos seres se podían ver? ¿Por qué les explicó Jesús que él no era un «ruaj behazón» (gr. πνεῦμα θεωρεῖν-PNEUMA THEOREIN), es decir, uno de esos seres que se dejan ver pero que carecen de «carne» y de «huesos»?

Con esa aclaración Jesús les despejó ese común creer: «Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un πνεῦμα θεωρεῖν (PNEUMA THEOREIN, o «viento que se contempla», que se puede ver), no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo». ¿Por qué les mostró sus manos y sus pies? ¿Por qué aún así ellos, de la emoción y del asombro NO LE CREIAN? Para que aterrizaran Jesús tuvo que comer delante de ellos, de esa parte de ese pez que ellos habían preparado y de ese panal de miel que ellos habían traído a esa casa!

Escudriñar significa que no toda la información viene masticada.

Esos «rujót» o «vientos» (gr. «pneumatón»), cuyas existencias experimentaron esos antiguos, se dejaban ver; del griego los llaman los «fantasmas» (en hebreo se les dice «rujót behazón»). Cuando Jesús vino a ellos caminando sobre las aguas, también pensaron que se trataba de uno de esos «vientos que se ven», aunque carecen de «carne y de huesos». Job asimismo tuvo con uno de estos su experiencia (Job. 4.16).

FGuttmann.