Respuesta a: ¿Cómo se vive en el «cielo»?

#10412
Félix Guttmann
Moderador

Adrian Acuña:

El tema de lo incorruptible y lo corruptible del cuerpo.

El código genético ADAM en esencia es incorruptible, es decir, que no tiene información alguna que le motive suscitar proceso alguno de alteración en su contra. No debe ‘enfermarse’ por tanto tampoco envejecerse. Mucho menos ‘morir’. Es sano (lat. ‘santo’).

Nuestro cuerpo, el de los mortales, aunque procede de esa información esencial, sufre de alteraciones por causas ‘hereditarias’, o en otras palabras, procedemos de una codificación sana pero que fue alterada.

Esa alteración causa desordenes en ese código genético de generación en generación y esas generaciones por causa de su degeneramiento son semejantes al código genético de los animales.

Ello en cuanto al cuerpo, pero la parte «mental» o informativa también fue afectada por la recepción de informaciones opuestas a la información sana que debe recibir el ADAM.

El ‘alma’ o diseño o identidad del ADAM, también es sana o armoniosa, pero por las consecuencias o resultados de una información diferente de la que le corresponde recibir, esa parte del ADAM asimismo se presenta alterada.

En esas condiciones de alteración integral ese ADAM no es afin, no acopla, no es coincidente con quienes no están en su misma situación y los sanos por obvia necesidad se apartan de los insanos.

Entre adámicos, sanos e insanos, es casi que imposible coincidir mentalmente, (‘espiritualmente’), así como tampoco le es viable tener una misma identidad (‘almas’ diferentes) como ‘hijos’ de un mismo Padre, y por consiguiente sus cuerpos reaccionan diferente en la medida en que el cuerpo vive.

Los adámicos sanos o incorruptibles responden en su hábitat de manera extremadamente opuesta y diferente a la de los adámicos insanos o corruptos, por tanto el hábitat del insano difiere del entorno del adámico sano, aunque ambos habiten en la misma dimensión.

En el caso del Señor Jesus, su cuerpo pertenece al código genético ADAM, pero es sano, y desde luego hubiese vivido eternamente sano, y en su ministerio a muchos sanó definitivamente, sobre todo a los que resucitó, que no pudieron morir nuevamente.

Por ello a los adámicos afectados negativamente, se nos ofrece de parte de los adámicos sanos (Heb. 1.14) esa información sana integral (‘espiritual’) que altere positivamente a nuestra mente (‘espíritu’), para que esta, la mente, con esa información -que procede del hábitat de los sanos- produzca una reacción afín a la que identifica a los incorruptos, y que de ese resultado la identidad (‘alma’) retome su dignidad, y como resultado el cuerpo actúe en consonancia, es decir, sanamente y de manera permanente (eternidad).

FGuttmann