Respuesta a: Mundo Espiritual

#11600
Félix Guttmann
Moderador

Dennis:

Toda criatura perteneciente al código genético ADAM, hombre o humana que es engendrada en este ‘cosmos’ o ‘mundo’ afectado por la rebelión de Satán, que proceda de adámicos, hombres o humanos contaminados por ese imperio, o en otras palabras, que tengan en su información genética las alteraciones que le ocasionan su rápido deterioro que les arrastra a la muerte, sufrirá de los embates propios de una vida no amparada por las leyes que rigen a los adámicos, hombres o humanos inmortales.

No existe el tal ‘reino espiritual’.

La voz latín ´spiritu’ no aparece una sola vez en la Biblia, según sus fuentes, arameo, hebreo o griego koiné. Al menos en la Biblia no encontramos mención de un tal ‘reino espiritual’.

Esa palabra ‘espíritu’ reemplaza las voces aramea y hebrea ‘ruah’ y a la griega koiné ‘pneuma’ que significan ‘viento’ o según el caso ‘aire’. Es inconcebible que los traductores hayan incluido una palabra latín en las traducciones a los idiomas que dependieron o dependen del imperio religioso romano.

Las traducciones, por ejemplo, al castellano o español, no deberían traer vocablos diferentes de esos idiomas, sin embargo encontramos palabras griegas y del latín, como si los hispanoparlantas hablaran esos idiomas o conocieran los verdaderos significados de esos vocablos.

Los ‘cristianos’ suelen usar vocablos griegos sin conocer sus etimologías, como evangelio, apostata, iglesia, hereje, apóstol,
ángel, obispo, entre otros. Emplean voces del latín sin conocer tampoco sus significados, como espíritu, espiritual, espiritualidad.

Los problemas o dificultades que surgen en las vidas de los inmortales proceden de las injusticias y desarmonías ocasionadas por el imperio de Satán que son motivadas por las mismas gentes inmortales afectándose a si mismas o al prójimo.

Los humanos mortales heredamos al ser engendrados enfermedades, cualidades y defectos, e incluso informaciones de nuestros antepasados.

La manera como funcionan las ‘oraciones’ o pláticas o conversaciones o súplicas o invocaciones es mediante los campos energéticos que producimos, que son receptados por quien o quienes están atentos a recibirlas y el que sean receptadas no garantiza respuestas como las deseamos.

Si en nuestras vidas suceden eventos, sean buenos o malos, que están ‘predestinados’, entonces, ¿a qué clamamos, oramos o invocamos? Es decir, ¿para qué perdemos el tiempo si somos conscientes que han de acontecer?

La creación se rige de una magna ley, que llamamos en el medio que la usa, la ‘palabra de Dios’. De esa ‘palabra’ o ley emanan innumerable leyes y normativas. Quienes sepan y conozcan de esa magna ley o de las leyes que surgen de esa fuente podrán utilizarlas, usarlas, y entonces harán cosas ajustadas a esas disposiciones.

¿Por qué una persona ‘reza’ u ‘ora’? ¿Qué espera al hacerlo?

Si la ‘palabra tiene poder’, ¿por qué entonces necesitamos orar o rezar, es decir, pedir a otro u a otros algo?

La ley o ‘palabra de Dios’ genera justicia, es decir, hace que todo ajuste, lo cual se traduce en armonía, y ello muestra a su hacedor, que es ‘amor’.

Las herramientas efectivas son aquellas que se utilizamos para lograr algo que previamente sabemos que necesitamos, pero si no sabemos de esas herramientas, ni de cómo usarlas aunque las conozcamos, entonces poco o nada logramos y la ‘palabra’ no tendrá ‘poder’.

Necesitamos saber y conocer de aquello que decimos creer. ¿Qué realmente creemos?

¿Creemos en Dios? ¿En cuál de tantos ‘dioses’ creemos? ¿Por qué le creemos? ¿Qué le creemos?

Decimos creer en ‘Dios’, pero ¿le conocemos?

La efectividad de nuestras oraciones estará directamente ligada a lo que conozcamos al respecto.

¿Qué entendemos por ‘orar’ o por ‘rezar’?

¿Por qué lo hacemos, si es lo que hacemos?

Una persona es ‘espiritualmente superior’ de cara a los demás porque conoce de los asuntos que maneja y es ‘superior’ solo entre los que desconocen de lo que deben conocer. Por ello dijo Jesús que la ‘verdad nos hace libres’ de la ignorancia, y de la esclavitud o sujeción a otros, a menos que nos sujetemos respetando un organigrama pero conocedores de este y de su razón de ser.

En cuanto a ese ‘basurero’ o receptor de vidas fraccionadas, cuando estas sean sacadas de allí, ese lugar seguirá existiendo pero sin esas presencias.

FGuttmann.