Respuesta a: El gran triunfo de la batalla de Job

#12227
Félix Guttmann
Moderador

Elías:

Ciertamente, Job por su situación y experiencia en medio de esa rebelión resaltó en la historia de aquellos días antiguos de cara al comportamiento general de las gentes enredadas en ese penoso acontecimiento.

Su ascendencia se dividió en dos por causa de la rebelión, una no terrenal y la otra terrenal resultaron como consecuencia de esa insurrección. No obstante ambas descendencias son imborrables, aunque no conocidas porque son dos etapas diferentes en la historia de la creación. Tanto su ascendencia como la de su esposa se desligan de la descendencia que continuó a partir de él y de su mujer.

Su ascendencia no terrenal como la de su esposa son ajenas a los graves acontecimientos que iniciaron con la rebelión. Su ascendencia establecida en esta tierra sucumbió, mientras que su descendencia, la que continuó a partir de él y de su mujer se pierden en medio del caos.

No necesariamente fue Job el único hombre recto sobre la tierra de esos días, pero sí fue el elegido por Yehovah para darle cara a Satanás. Job fue recto en cuanto a que no se plegó a la rebelión, de la manera como lo hizo Noé, su esposa y sus hijos y nueras. Los ocho de esa familia.

Desde luego que es tan antigua la época de Job porque sucedió en los días de la rebelión, por ello Satanás aún podía inmiscuirse en los asuntos que administraban sus ex-hermanos en medio de esa rebelión, los hijos de Elohím.

Después de Job se dieron los acontecimientos del Edén. Satán, la “serpiente antigua”, ya había sido expulsada del «monte del testimonio» y del seno de las familias del reino de los cielos, pero no fue sacada del escenario llamado el «campo» (Mt. 13.38), y solo fue sellada como mal testimonio («maldición») después de haber malogrado el plan del Altísimo afectando a la mujer llamada Varona: “Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida.”

Ciertamente, cuando se estableció el Edén ya se le tenía clasificado entre las «bestias» (sistemas administrativos terrenales), y se le llamó «La Serpiente» por la manera como actuó sembrando sus propuestas («cizaña»), también se le llamó el «amo de la mosca» («baal zbub»), cuya fonética usual es «belzebú»; asimismo se le identificó como el «adversario» (arameo: «Shatán»), o como el «Enemigo» (Mt. 13.39), entre otros apelativos despectivos pero instructivos.

Bien lo has discernido, que «así de antiguos son los días de Job» y que «Adán y Eva no son los primeros seres humanos» y que «Dios» inició con ellos el plan restaurador.

Sin duda que el texto llamado del griego el «Génesis» narra parte de antes del inicio de la restauración de manera no metafórica, sino bajo un lenguaje criptado, como lo revela su mismo relato.

Así ciertamente lo advierte «Dios» en la Escritura “Abriré mi boca en parábola [heb: «mashal», comparación, ilustración]; hablaré enigmas del [tiempo] antiguo” Salmo 78.2.

FGuttmann.