Respuesta a: El gran triunfo de la batalla de Job
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Elías:
Ciertamente, Jesús es anterior a toda creación puesto que Él estaba desde antes de toda creación en el seno del Padre.
Job es anterior a la rebelión. Otros de su época participaron en esa insurrección y otros se le opusieron. De entre los que se le opusieron a Satán muchos fueron elegidos tanto por Yehovah como por Elohím para restituir provisionalmente cierto orden en ese escenario traumatizado por ese caos. Ese plan fue diseñado por Yehovah y por Elohím para ser llevado a cabo en siete períodos de tiempo indeterminados, con el objetivo de lograr seguidamente tres «días» o tres períodos más.
Jesús no es precisamente el «dueño» de todas la riquezas del universo, por cuanto esa perspectiva o posición no existe ni en el léxico del reino de los cielos como tampoco en su ordenamiento. Allí ese concepto de ser «dueño» de algo o de alguien no se ventila.
El representante del «hijo del hombre» o del resultado del código genético ADAM se despojó de su condición de todopoderoso («Dios») solamente para poder llevar a cabo la obra que le comisionó el Padre (Jn. 17.4).
ImanuEl («Con nosotros el Altísimo») o para el caso la «Salvación» (heb. «Yeshúa») cuando se refirió a que “las zorras tienes guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del hombre no tiene ni siquiera donde recostar su cabeza”, proyectó al imperio de quien fuera un Querub establecido como amo y señor en el escenario señalado como el «primer» y «segundo cielos».
Los líderes (las «zorras») de ese imperio y los colectivos o fuerzas que se trasladan por esos cielos contaminados («las aves del cielo») tienen sus «bases» («nidos») y de cara a esa situación «el Hijo del hombre» a esos días o tiempos no tenía «ni siquiera donde recostar su cabeza”, lo cual logró Yeshúa al resucitar y al recibir toda potestad tanto en los cielos como en la tierra una vez fue alzado y conducido a esa asamblea (Rev. 4 y 5).
«Estas cosas les he hablado para que en Mí tengan paz. En el mundo tienen tribulación; pero confíen, Yo he vencido al mundo.» (Joh 16:33 NBH)
Job no «fue el hombre más rico de toda su época». Fue «el más grande (importante) de todos los hijos» de la época anterior» (Job 1:3 NBH). Job administraba ganado y a su cargo tenía administradores. Cierto, fue despojado de esas administraciones en su enfrentamiento con el maligno.
De cara a las ofertas de Satán, Job fue varón justo por excelencia, y sin relación con esa transgresión (gr. «pecado») a semejanza de Yeshúa quien fue quebrantado hasta lo máximo.
Una pésima traducción muy popular aduce que por la «llaga» de Yeshúa fuimos nosotros curados, pero en Isa. 53.5 habla de golpe o raya, no de «llaga», lo cual coincide con aquellos hechos, porque Jesús jamás experimentó alguna llaga, si sopesamos el significado de esa voz. Por su sacrificio sus seguidores son «sanados» o «curados» o liberados del imperio de Satán, más no sanados de sus enfermedades.
Job tampoco experimentó llagas, aun cuando algunas versiones utilicen esa palabra.
Jesús no se entregó voluntariamente para ser humillado, ultrajado, y torturado hasta la muerte, sino que fue entregado por Judas (Mt. 17.22; 20.18; 26.2-24-45; 27.3), y el plan que incluía su entrega no tuvo como misión «porque sabía que finalmente sus ojos verían la gloria del Padre manifestada en su cuerpo renacido».
Yeshúa conocía de antemano la gloria (reconocimiento) que le correspondía: «Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese» (Joh 17:5 R60).
FGuttmann.