Respuesta a: Monte Tzión
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Felipe:
Bien que visualices esa realidad, ello se dice «emuná» en hebreo y FE en griego, que existe una magna organización conformada por muchas otras organizaciones que administran el reino de esos «cielos», a semejanza de como está organizado el sistema terrenal con los monarcas, los presidentes, los ministros del despacho, los gobernadores, alcaldes, entidades descentralizadas, etc.
El Enemigo obviamente también está organizado mediante sus principados, autoridades y huestes de maldad y todos ellos pertenecieron al reino de los cielos; formaron parte de la familia «celestial» o la que está establecida en el celeste o universo.
Todos tienen ascendencia y descendencia pero la ascendencia tiene un límite que termina en los prototipos.
Asi como todos los gobiernos terrenales, excepto Panamá y Costa Rica, tienen sus ejércitos bélicos por causa de la rebelión, ambas organizaciones, la del Padre y la de Satán, disponen de sus ejércitos debidamente organizados.
Los que identifica la Biblia como los «4 vientos» son ejércitos del Altísimo ubicados en los cuatro «ángulos» sea de los cielos o los que limitan el espacio donde se encuentra este planeta.
Como referencia se dispone de referencias dimensionales que sirven para ubicar la problemática en el escenario contaminado. El universo no está desplegado en una sola dimensionalidad plana sino cuatridimensional por ello se referencian cuatro ángulos pero el problema está en el universo en una cuatridimesionalidad tipo cubo. Dentro del cubo está el problema.
Por ello la «nueva Jerusalen» está construida a manera de cubo.
“y enviará a sus mensajeros con gran llamada de trompeta y congregarán a sus elegidos de los cuatro vientos, del extremo de los cielos hasta su otro extremo” (Mateo 24:30).
Ciertamente, ese equipo, recibida la orden, procederá a desarrollar lo programado, desde sus actuales posiciones estratégicas dentro de ese cubo o celeste en conflicto.
Entonces los “bnei elohim” (hijos de los dioses) darán inicio a lo que tienen encomendado; unos se enfrentarán al «dragón» o ejército personal de Satán; otros se enfrentarán a los siete ejércitos que comandan los monarcas que respaldan a Satán; otros combatirán en diferentes frentes ubicados en la misma tierra y otros se encargarán del arrebatamiento.
El actuar de esos equipos lo harán sin que tenga que ver lo “espiritual». Si se habla de guerras es mente hablando, ah de ser incandescente, mientras esta mujer esté en acción, la justicia dejará al descubierto a la esfera mencionada como la luna.(Apoc.12:1) lo que causará graves problemas en porque la intención será reducir al oponente, disminuirle su capacidad bélica, ello se traduce en muertos y heridos, en conquistas y en derrotas.
“Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama.
Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada”…Malaquías 4:2
Cierto, no hay otra meta para el seguidor de Jesús que ser sacado de lo que se avecina, antes que se desarrolle.
Para lograrlo hay que dejarse «reclutar» y ello significa alistarse en el «cuerpo de Cristo» y obedecer.
“De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”…Juan 3:3:
Correcta tu apreciación, que «el señor manifestó al miembro del Sanedrín, acerca de la condición del hombre terrenal, el cual, al estar destituido del reconocimiento (gr:gloria) de Dios, este no puede “VER” la «rakiyá» o ese «cielo» donde está Jesús liderando la parte del plan que le corresponde, aunque por antonomasia sea el rey de reyes y señor de señores.
El que se reclute tendrá que «nacer de nuevo” a la luz de la labor que ha de ejercer en su vida ese «cuerpo» de «Cristo».
Ese «nacer de nuevo» iniciará con el ritual del “bautismo” en el nombre de Jesús.
El término griego “báptisma” se refiere al proceso de inmersión, es decir, sumergirse en esa realidad y emerger para enfrentarse a esa realidad. Ello significa “báptōs”, que traduce “sumergir”, y todo ello para decir que la persona ha de integrarse plenamente en esa realidad y concienciarse de esa realidad, sumergiéndose en esa realidad.
Continuará…
FGuttmann.