Respuesta a: "Seremos transformados"
Estudios Biblicos No Aptos Para Religiosos › Foroluz › Preguntas & Respuestas › "Seremos transformados" › Respuesta a: "Seremos transformados"

En la carta a los creyentes residentes en Corinto, el misionero benjaminita Shaul resalta que la carne mortal y la sangre corrupta o contaminada no pueden heredar el reino de Dios, así como la corrupción (el sistema satánico) no hereda la incorrupción (el reino de los cielos).
Con base en el cambio extremos que experimentará la humanidad afectada por las alteraciones genéticas que le produjo el imperio satánico, este varón les reveló un secreto: (1) que no todos hemos de morir («dormiremos»), (2) que todos los humanos, sin excepción, «buenos» o «malos», cada colectivo en su momento, SEREMOS TRANSFORMADOS, de mortales a inmortales. (3) Que llegará ese día, para cada colectivo que «en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta u orden, porque se tocará la trompeta, es decir, porque llegará esa orden, cuando todos los muertos serán resucitados incorruptibles, y (4) nosotros (los seguidores de Jesús) seremos transformados. (1Cor.15:51-52).
Despejemos ese secreto revelado:
(1) No todos hemos de morir («dormiremos»).
Al suceder el arrebatamiento serán levantados (resucitarán) solo los que hayan fallecido por la causa de Cristo. Es decir, que no todos los «cristianos» que hayan fallecido experimentarán la salida de ese lugar donde están, que Jesús llamó el «seno de Abraham». Esos levantados o resucitados serán físicamente alzados y llevados fuera de la tierra y conducidos a la presencia de Jesús, pero lo serán junto con los que en esos días estén sirviéndole a Jesús, por tanto esos no gustarán la muerte, no «dormirán».
(2) Todos los humanos, sin excepción, «buenos» o «malos», cada colectivo en su momento, SEREMOS TRANSFORMADOS, de mortales a inmortales.
El código genético ADAM es el único, entre todos los códigos genéticos existentes, que no está codificado para que experimente lo que entendemos como la «muerte», o en otras palabras, no está diseñado para ser separado de sus componentes o partes que lo conforman: el viento (lat. «espíritu»), su alma (identidad) y su cuerpo.
Por esa razón toda persona humana, llegado su momento, ha de recuperar su estado esencial, ser inmortal, independientemente de si fue o no «malo».
(3) Llegará ese día, para cada colectivo, los «malos» y los «buenos», que experimentarán «en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta u orden, porque se tocará la trompeta, es decir, porque llegará esa orden, cuando todos los muertos, sin excepción, serán levantados o resucitados, pero incorruptibles.
(4) Los seguidores del Padre y los seguidores de Jesús («nosotros») seremos no solamente levantados, los que hayan fallecido, sino «transformados» por causa de la experiencia de entrar en el reino de los cielos.
La inmortalidad la experimentaremos todos los humanos terrenales, sin excepción, más no la experiencia de vivir en el reino de los cielos.
Para todos la fisionomía humana terrenal seguirá siendo humana, aunque sin experimentar el proceso del deterioro que caracteriza a la vejez. «Malos» y «buenos» no volveremos a experimentar enfermedades, ni injusticias, sin embargo los «malos» no participarán en la creación y serán confinados (condenados) a vivir eternamente en lugares apartados del reino de los cielos, o en otra voz, vivirán en planetas de donde jamás podrán salir.
Las capacidades de los «malos» estarán limitadas, mientras que las capacidades de los «buenos» serán ilimitadas.
Con respecto a esa advertencia, “que muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo” (2Jn 1:7).
De parte del imperio de la maldad eso ha acontecido desde la rebelión del Querub, “que muchos engañadores han salido por el mundo», pero a partir de Jesús los hay que «no confiesan que Jesucristo ha venido en carne», es decir, que fue engendrado en el vientre de la doncella judía y que nació. «Quien esto hace es el engañador (Satán) y el anticristo” (su imperio).
Con respecto al final del imperio de la maldad, “aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo», siendo esta la «nueva Jerusalén» y como resultado de ese descenso (Zac. 14.4) y de su acompañamiento, miles y miles de naves, todas todas las tribus de la tierra lamentarán su situación porque «verán al Hijo del Hombre viniendo EN las nubes (NAVES) del cielo, con poder y gran gloria (RECONOCIMIENTO).
FGuttmann.