Respuesta a: La rebelión de Satán

#4960
Félix Guttmann
Moderador

Fernando:

Acerca del Bautismo del «Espiritu Santo».

La Biblia enmarca la existencia de UN solo BAUTIZO (Ef.4.5).

Ello significa que se nace de nuevo una sola vez.

Para nacer de nuevo, una sola vez, es necesario creer. Para creer es indispensable conocer una información específica, y con base en esta tomar la decisión de iniciar una nueva vida bajo parámetros opuestos a la vida «natural».

Al respecto, también Jesús fue conciso: «El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado».

El creyente, ¿en qué exactamente cree?

Lastimosamente muchos creyentes se han bautizado sin saber en qué exactamente han creído, si se tiene en cuenta la realidad que nos rodea, que cada denominación, en cuanto a la Biblia, maneja una información un tanto diferente de las otras y por ello existen tantas posiciones y cada quien cree estar en la verdad.

¿Cómo saber si como creyentes estamos afinados a lo que Jesús enseñó a aquellos enviados, sus trece primeros misioneros (incluyendo a Pablo)?

El lo dijo: «Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera espíritus inmundos; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán» (Mar. 16:16-18).

Esas señales «seguirán a los que creen».

¿Quién sigue a quién? ¿El creyente sigue a esas señales o esas señales siguen al creyente?

Tú mencionas la existencia del «Cristianismo Norte Americano», el que dices «conocer mejor». Tu óptica afina con la realidad, porque no en todas las latitudes el llamado «cristianismo» se ventila de igual manera, ni ha sido expresado de igual manera desde los días anteriores a Constantino.

En el nombre de Cristo muchos que se consideraban cristianos asesinaron a cuantos no aceptaron su manera de entender ese cristianismo que impusieron a la fuerza, contra natura, muy a pesar de que no tenemos lucha contra carne y sangre.

Desde luego que uno de los temas más discutidos, es el tema del Bautismo del Espíritu Santo.

El principal motivador de esas discusiones es el cómo cada quién visualiza o comprende o desconoce eso llamado «Espíritu santo», si los misioneros primarios fueron «judíos» y su experiencia fue en su entorno y al amparo de su mentalidad, y sin embargo por escrito, en griego koiné, dieron a conocer lo que Jesús en hebreo les enseñó,

En esos idiomas, en hebreo y en griego, no se habla del «espíritu» (LATÍN), sino del viento o del aire. De la mentalidad romana parte lo que la mayoría de las gentes creen acerca de un «espíritu».

Myriam (María), por ejemplo, «se halló que había concebido del Viento Sagrado, en griego del «pneumatón agios» (Mat. 1:18).

Juan, el sumergidor, advirtió que él sumergía «en agua para arrepentimiento», para que quedara como testimonio un cambio de actitud en esos judíos, pero resaltaba que después de él venía una persona «más poderosa» que él, y que esa persona «sumergiría» en «ruaj ha kodesh» («viento sagrado», en griego «pneumatón agios») y fuego».

Conocemos esa traducción así: «pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego» (Mat. 3:11).

Inmediatamente entendemos que se trata de Jesús esa persona «más poderosa» que Yohanan (Juan), sin embargo Jesús le dijo a sus discípulos: » Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré».

¿Qué es, entonces, ser «bautizados» por ese «Viento sagrado», «Consolador» o llámese «viento de la verdad» o «Espíritu santo»?

Usualmente el creyente neófito o mal instruido, espera un acontecer en su vida estilo «Pentecostés», sin visualizar qué exactamente aconteció ese día y el día cuando los gentiles experimentaron la presencia que relata Pedro.

Ser sumergidos (bautizados) por ese Enviado, más poderoso que Juan, consiste en la misión que ha de realizar este Viento o este Aire o este espíritu, en esos escenarios que describió Jesús:

«Y cuando él venga, (1) convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.

Convencerá al mundo …

(a) De pecado, por cuanto no creen en mí; (b) de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y (c) de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado. (…)

En cuanto al creyente: «Pero … cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.

Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber» (Jn 16:7-15).

El «bautizo del Espíritu santo» consiste, pues, en que al creyente lo guiará a toda la verdad; teniendo en cuenta que ese Espíritu en su santidad «no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere» allí donde está Jesús, y que con base en ello al creyente le «hará saber las cosas que habrán de venir».

Ese Consolador, ese Espíritu de verdad, ese espíritu santo, o Viento Sagrado, el mismo que concibió a Jesús en el vientre de Myriam (María) reconocerá («glorificará») en su misión a Jesús, porque tomará de lo que es de Jesús, y se lo «hará saber» al creyente.

«Todo lo que tiene el Padre es mío», aclaró Jesús, dejando por fuera a la supuesta tercera persona de esa tal trinidad de Atanasio, que excluyte al creyente de la unidad, y a cambio, la verdad incluye al creyente en esa trinidad de la cual habló Jesús a su Padre (Jn. 17).

«por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber»

Ese resultado estará «dentro» del espíritu del creyente y también estará «sobre» su vida, porque ser guiados a toda verdad implica disponer de la vida del creyente, e implica también las obras que este ha de hacer, al ser lleno del Espíritu santo.

Y esa llenura se cualifica en la medida en que el creyente se entera de TODA LA VERDAD (él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta), asimismo de todo cuanto ese Consolador le hará saber (sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir).

Aquí no hay cabida el sentimentalismo o espiritualidad religiosa y mucho menos al manejo que de esto le dan los excelentes manipuladores que afectan al espíritu ingenuo de los muchos.

El Espíritu santo «bautiza» en «fuego» (conciencia) para que el creyente sepa en qué exactamente cree y su creencia ha de reflejarse en su vida, en la del prójimo y en su entorno, conforme a la verdad que ha conocido, y según lo que le sea informado.

FGuttmann