Respuesta a: La rebelión de Satán
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Alejandro:
En ese caso que trata de esa inmoralidad en particular, que se juzga en 1Co. 5, 5, es necesario atender el contexto para evitar hacer de este aparte una religión o una «doctrina».
Entre los creyentes de Corinto, en esos días, resaltó ese caso: «se oye que hay entre vosotros inmoralidad sexual».
Esa inmoralidad tan «especial», tan fuera de lo común, que «ni aun entre los gentiles se toleraba».
Se trataba, para ese caso en particular, de que alguien, entre los que se agrupaban en esa congregación, tenía como su mujer a «la esposa de su padre».
La soberbia de esos cristianos, su jactancia, les había cegado al punto que no hicieron lo que correspondía, lamentarse «para que el que ha cometido semejante acción fuera expulsado» de entre ellos.
Pablo juzgó en ausencia ese caso.
Les ordenó que en el nombre de nuestro Señor Jesús, se reunieran, bajo la cobertura o autoridad de Pablo, y con el poder de nuestro Señor Jesús, «entregaran» a esa persona «al tal a Satanás» con un objetivo, «para la destrucción» de su carne, para que solo así «su espíritu» llegara a salvarse «en el día del Señor.»
Ello indica que al expulsar a esa persona de esa congregación, esta quedaba enterada que ese colectivo rechazaba de plano su proceder, y que quedaba sin la cobertura del mismísimo Jesús.
Entregar a Satanás a alguien es darle a quien le está sirviendo.
El objetivo de Satán es destruir «la carne», o en otras palabras, a la persona que le sirve, porque los servidores de Satán son «carnales», es decir, que viven conforma a los deseos de la carne.
A Dios y a Jesús se les adora (sirve) en espíritu y conforme a la verdad.
Ese hombre, se esperaba, debía entender ese procedimiento que el mismo Pablo juzgó en ausencia: la cero tolerancia a ese tipo de vida, deshonrando a su padre.
«Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se prolonguen sobre la tierra que Yehovah tu Dios te da» (Ex. 20:12).
Si comprendemos como corresponde el actuar de ese hombre, que si bien creía en Jesús, sin embargo su caso «carnal» tenía que manejarlo
quien influye al hombre a actuar según la carne.
El objetivo de ese proceder, el de la congregación, era el de dejar que ese hombre experimentara el vivir bajo esas condiciones y el resultado le convencería si ese actuar era el conveniente («a fin de que su espíritu sea salvo en el día del Señor»).
FGuttmann