Respuesta a: La rebelión de Satán
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Yoseph:
No me des las gracias por lo que llamas «mis enseñanzas», porque primeramente hago lo que me corresponde hacer en conformidad con lo recibidoy comprendido, y segundo porque no son «mis enseñanzas», solo aclaraciones que aporto, que comparto, desde luego para que sean sopesadas.
Ciertamente tengo tiempo para hacer lo que hago, en cuanto a compartir de estos asuntos que popularmente llamamos «bíblicos», porque ello decidí hacer, desde hace muchos años atrás, dedicar parte de mis horas de cada día a escudriñar no solo la información que aporta ese libro, que llamamos del griego la «Biblia», sino toda información que complementara lo que reseña ese compendio de historias que conforman ese gran libro; libro que aun cuando ha sido mutilado, sin embargo ha servido y sigue siendo usado como excusa para esclavizar a tantas personas en ambientes cerrados, tipo clubes sociales por horas, que apiñan gentes solo para servir a los intereses de quienes han armado esos tinglados llamados del griego «iglesias» o congregaciones.
Con base en la información que aporta ese Libro y las demás reseñas que le apoyan, directa e indirectamente, entendí cual debía ser mi compromiso, que afinara, que se ajustara, sin ápice de religiosidad, al resultado que surge de de esa información que aportan esas escrituras, que llamamos o que consideramos «sagradas», en algunas latitudes donde el mensaje de la Biblia ha entrado.
Para conocer la información que aporta ese Libro es necesario el tiempo, la dedicación, cualquier esfuerzo y la sensatez a cambio de la religiosidad, y esa disciplina es solo para discípulos, no para meros creyentes.
Esa información enfatiza que fuimos llamados a una vocación y no a una matriculación que nos facilite sillas aseguradas que nos garanticen como miembros de una congregación que se encargará de sumir a sus incautos agregados a un espacio musical y a unas charlas amañadas que causen dependencia sicológica para esquilmar ovejas ajenas.
A decir verdad, nunca me he esforzado para entender las Escrituras ni cualquier otra historia o reseña, por ello un día a ningún terrenal culparé o resaltaré bajo esa frase tan común de muchos cuando se excusan en que lo que creen que saben, porque así se lo han enseñado sus «pastores», sin haber cotejado por su cuenta toda información recibida, y lo peor, sin haber contado con ese que nos guia a toda verdad. Lo llaman el «espíritu santo».
Es más cómodo ser un supuesto teólogo, o un creyente «calienta sillas», «dominguero», «pastorlatra», «denominacionalista, y «siervo útil» a los intereses ajenos a los objetivos del Padre y de su Hijo, a cambio de formar parte de esa organización que la Biblia define como el «Cuerpo de Cristo», porque esa entidad solo acepta a quien ha entendido que allí solo entran aquellos que cargan sus cruces y siguen a Jesús para ser soldados, obreros o siervos útiles a su causa, porque ese «Cuerpo» u organización por estos está conformada.
Quienes se intitulan como «cristinos» no consideran la advertencia de Jesús, que dice que «muchos son llamados, mas pocos escogidos» (Mat. 20:16).
Las mayorías engañados por sus postulantes se creen salvos … aduciendo que por gracia, sin atender lo que ese día ese judío le preguntó a Jesús, como resultado de la exhortación que Jesús hizo a esos judíos y gentiles allí presentes:
«Señor, ¿son pocos los que se salvan?
Jesús, lo contrario a lo que muchos líderes religiosos enseñan, les dijo lo que casi ningún cristiano quiere asumir: —————–«Esforzaos———- a entrar por la puerta angosta; porque os digo ——–que muchos procurarán entrar, y no podrán.»
Y en cuanto al arrebatamiento, Jesús advirtió lo que los «pastores» del sistema «eclesiástico» no enseñan, que «después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois. Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste. Pero os dirá: Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad.»
«Allí (en la gran tribulación) será el llanto (lamento) y el crujir de dientes (impotencia), cuando ————veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, ———y vosotros estéis excluidos» (Lc. 13:23-28).
No hay peor ciego que aquel que no quiere ver …. reza ese viejo refrán.
FGuttmann