David:
Cuando revisas el libro genealógico de los «Adam», el que certifica el Altísimo (Gen. 5. 1-5), notarás que allí no están registrados ni Caín ni Abel.
El perfil de Caín, opuesto al de Abel, es semejante al de Satán y su acometida, asesinar a su hermano, es fiel reflejo del actuar de Satán: «homicida».
En cuanto al llamado «cielo» o «cielos»: desde luego que tratándose del universo o de la creación solo es uno, un solo «cielo», pero por causa de la rebelión y para fines de ubicación del problema se han referenciado tres escenarios que conocemos como el «primer», «segundo» y «tercer» cielos.
El llamado o señalado como el «primer cielo» es el que nos rodea con su atmósfera y termina en la estratosfera.
El «segundo» es el espacio exterior limitado por «fronteras» intangibles, como suelen ser las fronteras internaciones, por los ejércitos del Altísimo.
El tal «tercer cielo» es el mismo universo, obviamente, pero en donde no ha llegado ni el eco de esa insurrección.
En todo ese universo existen «muchas moradas».
Por otra parte, la Biblia ilustra acerca de un solo lugar donde van quienes fallecen. Los griegos o del griego se conoce como el «Hades» y del hebreo se conoce como el «Sheol». Es asunto de idiomas. Jesús divide ese lugar, llámese del griego o del hebreo como cada quien lo prefiera, «Hades» o «Sheol», en dos lugares: a uno lo señala como el de los «sepultados» y al otro como el «seno de Abraham».
Los doscientos adámicos que fueron vigilantes con base en la luna, que prefirieron quedarse en este planeta, al cual supervisaban su desarrollo, con base en la rebelión y sus consecuencias, residen «debajo de la tierra», es decir, debajo de nuestra «corteza terrestre», en lugares acondicionados para ellos y sus mujeres, sin poder procrear por decisión de ellos. Allí fue Jesús «vivificado» y les «predijo» o «predicó».
FGuttmann.