Respuesta a: La rebelión de Satán

#5212
Félix Guttmann
Moderador

Jose Jorge:
Ese es el objetivo del Altísimo, que los hombres se salven y accedan a la verdad (1Ti. 2.4), aunque primero sean libres por conocer la verdad (Jn. 8.32). Ciertamente, eso nos explica el Padre, que de su ser íntimo surgió la Creación, que incluye a su heredero, el HOMBRE, única criatura de su «linaje» (Sal. 82.6; Jn. 10.34-37). Desde luego que todo lo creado está sujeto a una magna ley (Su Palabra), conformada por innumerables leyes, todas a disposición del HOMBRE. Por su parte el HOMBRE dependería de su código genético en calidad de «viviente» (inmortal e incorruptible). Esa era la luz, la verdad, la magna directriz, que alumbraba, que orientaba, que regía a todo HOMBRE, donde quiera que estuviera presente en la inconmensurable creación llena de moradas (Jn. 1.9). Infortunadamente uno de esos HOMBRES, a su manera de ver la realidad, determinó vivir eternamente alterando la armonía de las leyes para hacer su propia ley magna y su propuesta en otros caló y el resultado cadavérico lo vivimos quienes hemos sido engendrados y nacido en su mundo donde reina la ignorancia en todas sus manifestaciones. Debemos ser, entonces, la luz en este mundo, pero la luz que Jesús nos dio a conocer, y no la luz que manejan muchos líderes en nombre de Jesús, para conseguir ganar una vida efímera a cambio de ganar la eterna (Mt. 10.39). Lo peor también repercutirá en esos seguidores de esos líderes, porque siendo ciegos y guiados por ciegos, ambos caerán en ese hoyo, el de la perdición.
La mies es mucha y sin embargo las mayorías, las que aseguran creer en Jesús, rechazan la misión de ser obreros o siervos para llegar a ser amigos de Jesús, prefiriendo la comodidad de las sillas que les esperan cada semana en sus «iglesias» para que escuchen y entonen supuestas alabanzas, cuyas letras muchas ni cumplirán, y escuchen mensajes de prosperidad (Lc. 12.15-31), que muchos ni experimentarán. Creer que Jesús escogerá, para ser su ayuda idónea, a los cómodos, a los parásitos, a los ricos de «espíritu», a los religiosos, es más que una necedad, una petulancia con careta de humildad (Mt. 7.21-29). Creer que la salvación cubrirá a todos los que se creen salvos también es una ironía (Mat. 25; Lc. 31.23-29).
No creer en las advertencias de Jesús es garantizarse la condenación…
FGuttmann.