Respuesta a: La rebelión de Satán
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César:
Tenemos dos tipos de «vientos» que del latín llaman «espíritus». Unos son llamados los «vientos inmundos» y otros, del griego los llaman los «fantasmas», y del hebreo las «imágenes que se dejan ver».
Por diferentes circunstancias los primeros, los «vientos inmundos», logran ubicarse en esta dimensión, que les propia, e incluso quedarse pero por ser «invitados» al ser invocados; los otros logran quedarse en el lugar donde fallecieron inesperada y sorpresivamente por estar en el lugar y en el momento «equivocado», muchos por culpa de otros, lo cual les es traumático, inaceptable. Allí donde dejaron sus cuerpos, solo algunos logran quedarse, no abandonan aquellos lugares donde intempestivamente dejaron sus cuerpos. Desde luego que esos lugares les son de referencia por diferentes motivos. Logran aferrase de esos lugares que conocieron estando en esta vida dimensional que les es propia, pero porque allí fallecieron.
Muchas personas fallecen sin entenderlo, por lo sorpresivo de su partida. El rápido proceso de su salida de su cuerpo no lo pueden manejar, sin embargo, algunos sin pensarlo dos veces tratan, y solo pocos lo logran, aferrarse de ese lugar, o porque les es propio o por causa de las circunstancias, y toman como puntos de referencia ciertas cosas, de las cuales también se aferran, sobre todo del lugar, o porque les es herencia, o porque tiene tradición familiar, o por causa de su intempestiva partida que consideran imjusta. Ciertamente, solo algunos logran quedarse.
Por ejemplo, en los días antes y después de Jesús, en esa tierra morían cada día muchos judíos, sobre todo por causa de los invasores y por la resistencia que les presentaban ciertos grupos judíos, pero también fallecían seguidores de Satán. Estos últimos lograban, a veces por ignorancia de sus familiares, y otras por mediación de los llamados «mediums» o intercesores («sacerdotes»), quedarse en esta dimensión y hacer estragos en las vidas de sus víctimas, unas ingenuas y otras que sabían que se les podía invocar.
A sus primeros seguidores, los doce elegidos por el Padre, Jesús les delegó echar fuera de esta dimensión a los «vientos» (fallecidos) considerados «inmundos» (gr. «demonios»), pero no se pronunció acerca de los otros, que del griego son llamados «fantasmas». Incluso hubo alguno que también echaba «vientos inmundos» y no era seguidor de los discípulos de Jesús, y Jesús ordenó a sus seguidores no prohibirselo, porque aun cuando no era parte de ese grupo que lideraba Jesús, de todos modos tenía autoridad para hacerlo: «Jesús le dijo: No se lo prohibáis; porque el que no es contra nosotros, por nosotros es (Luk 9:49-50 R60) (Mr. 9.38-40).
Las experiencias que ustedes han tenido y tienen no les han causado daño físico, según entiendo, y ustedes se han asustado obviamente al verse en ese ambiente, pero esas criaturas no se han propuesto asustarlos. Ellos, cuando no son «vientos inmundos», no buscan hacerle daño a sus congéneres vivos en esta dimensión, solo llamar la atención y no todos procuran eso. De hecho, ellos pueden estar tratando de hacer uno de dos propósitos, o llamarles la atención en busca de ayuda o para que se vayan de allí.
Si pudieran cambiar de vivienda sería lo conveniente, porque ustedes no están en condiciones de enfrentar esa situación como corresponde, ni identificándose como cristianos les funcionará, y menos reaccionando inadecuadamente, y si no les es posible irse a vivir a otro inmueble, entonces, no darles importancia a esas personas que allí sufren sin recibir justicia aún, y tomar ustedes posesión del inmueble, sobre todo del primer piso, por ejemplo, haciendo reuniones familiares diarias de estudios bíblicos, orar juntos, pedir por esas pobres víctimas que allí están ubicadas, hacer reuniones con invitados al menos dos veces a la semana, por supuesto sin comentarles algo al respecto, porque los sacan despavoridos de allí, porquelas mayorçias de cristianos ante esos eventos son más valientes los timbre de las puertas que ellos; también durante el día poniendo música relacionada con temas armoniosos, incluso «cristianos», y ubicándose en lo que creen de Jesús, no solo que son cristianos, teniendo en cuenta «que no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.» Por tanto, no se avergüencen de dar allí en esa casa, y en ese primer piso, «testimonio de nuestro Señor», y con gusto participen de esas «aflicciones» por causa de la buena noticia (gr. «evangelio») según el poder de Dios (2Ti 1:7-8 R60).
César, ¿te imaginas a un soldado, en pleno frente de batalla, hacerse en los pantalones al ver a un soldado enemigo y oir el primer disparo y peor si se lo zumban cerca a su cabeza?
FGuttmann.