Omar Ivan:
Una realidad es que los condenados sufran por su condición eterna siendo enteramente conscientes de su limitación al no poder participar en la creación, encarcelados para siempre, y otra cosa es que sean atormentados por los hijos del Altísimo, porque de ser así estos últimos actuarían al igual que los condenados.
De la simbología israelita viene la interpretación del ‘lago de azufre y de fuego’, por ello la utilizó Juan, que era un israelita.
¿Qué es un ‘lago’?
Se trata de deducirlo, incluso yendo a un diccionario.
En ese orden, ¿qué es el azufre y qué es el fuego?
No se trata de que esas multitudes hayan o no menospreciado el sacrificio de Jesús, porque muchos fallecieron antes de ese sacrificio.
El sacrificio de Jesús fue para ‘pagar un precio’ que alguien exigió por el rescate de una humanidad, la que acepte a Jesús, sobre todo en ese milenio cuando rija con ‘vara de hierro’.
Si no sirvió de nada ese sacrificio no tiene sentido que Jesús lo haya sufrido conociendo de antemano que de su pago no se enteraría todo un planeta ni que todo el mundo se aferraría a ese sacrificio.
Satán no duerme ni su sistema.
En esta realidad el sentimentalismo no encaja, tampoco lo religioso y mucho menos lo místico.
El Padre y sus vivientes sabían de qué se trataba todo, y las parábolas de Jesús lo indican, que no todos aceptarían su sacrificio, ni su mensaje (Mt. 17.22-23; 20.18-19; 26.2; Mr. 9.31; 10.33-34; Lc. 9.44; 18.32-33). .
El mismo Jesús así lo advirtió (Lc. 13.23-30).
FGuttmann