Respuesta a: ¿Qué es la salvación?

#6219
Félix Guttmann
Moderador

Mauro:

Se nota a leguas que no visualizas aún lo que es vivir ———eternamente———, y menos sin poder participar en la creación de lo creado. Es comprensible que no sopeses lo que es participar en la creación de todo lo creado, porque no es la experiencia actual del terrenal. Tampoco sabes, menos mal, lo que es vivir una cadena perpetua en una cárcel, en una pequeña celda, acompañado de los mínimos y ver y sentir el paso de los segundos, minutos, días, semanas, meses y años, donde la frustración es la constante compañera que ahoga las ilusiones y donde los recuerdos de poco ayudan y hacen daño, porque en mucho afectan. Desde luego que no has experimentado envejecer en ese ambiente, semejante al que padece un limitado físico tetra o cuatripléjico. Al menos ante esas circunstancias, para ellos la muerte es la única esperanza real, pero no la vida eterna como constante en su entrega de frustraciones y de limitaciones inimaginables.

Quizás te sirva si le preguntaras a un paralitico si le gustaría hacer lo que tu y yo hacemos cada día en el marco de la monotonía que decimos vivir, muchos, o a un invidente si quiere ver, considerando que ellos no estarán impedidos de esas maneras eternamente.

Parece que te llama más la atención lo dantesco, aunque así no será para los que han de vivir eternamente condenados. Te es más convincente, en cuanto a lo de castigo, lo que traiga tinte de tortura, de asco, de venganza terrenal, como si satisficiera ver a un «ángel» de Dios con el trinche que le quitó a Satán chuzando a todo momento a un condenado y a otro «ángel» al lado quemándole intermitentemente las orejas con el encendedor de la abuelita.

No captas que los «malos» han de resucitar para, juntamente con aquellos que sean condenados, vivir ———–eternamente.

Quizás para tí vivir eternamente encerrado o limitado, de cara a lo que es vivir eternamente participando de la creación, no sea un tormento ni cause dolor a quien lo experimente. Lo que te viene a la mente y al corazón es que estas gentes condenadas a vivir eternamente lo experimentaran según tu visión terrenal, que sientan dolor que te satisfaga, tormento eterno según tu pensar y sentir. Pero así no sucederá.

Jesús, precisamente, utilizó su ejemplo del «lloro» (lamentaciones) y del «crujir de dientes» (impotencia) de cara a los días de la «gran tribulación» que no serán eternos y a la vida eterna.

Llorar o lamentarse eternamente será el resultado del sopesar cada segundo de un vivir bajo limitaciones nada envidiables, inimaginables, que causarán ese impresionante «crujir de dientes», o tal impotencia causada por esas vivencias que tendrán, motivadas por esa realidad que no podrán experimentar nunca jamás, la libertad en su magna exponencia y experiencia.

Bien lo advirtió Jesús, que si nuestra mano o nuestro ojo nos sirven como ocasión de caer (servirle a Satán), que nos la cortemos o nos los saquemos, según el caso, porque mejor nos es entrar en la vida eterna mancos o tuertos, que teniendo dos manos o los dos ojos ir al «gehena» (no dijo «infierno», y menos el de Dante), donde ese «fuego» (la conciencia) no puede ser «apagado», es decir, acallada ni distraída con ilusiones o esperanzas. Cuando no hay ilusiones ni esperanzas, entonces no hay vida.

En esa condenación eterna, lo peor para esa gente es que su «gusano» no morirá, o en otras palabras, sus pensamientos, deseos, anhelos, y su maldad no cesarán, porque ese «fuego» nunca se apagará en sus existencias eternas. Si eso no les atormentará, entonces, ¿qué realmente lo hará, acaso el trinche puyándolos o la llamita del encendedor quemándolos?

«Porque todos serán salados con fuego», nos advierte Jesús, que todos ante ese juicio serán juzgados delante de sus consciencias, «y todo sacrificio» que hagamos también «será salado con sal» o juzgado con justo juicio, porque «buena es la sal; mas si la sal se hace insípida, ¿con qué la sazonaréis?»

Como seguidores de Jesús, y no como meros creyentes «eclesiásticos denominacionales», nos corresponde, entonces, tener «sal en nosotros mismos; y a la vez tener paz los unos con los otros» (Mar 9:43-1 R60).

Lo satírico ni lo sarcástico encajan ante esa realidad, sino la sensatez.

FGuttmann.