Respuesta a: ¿Existe la trinidad?
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Jorge, la posición -no se trata de una visión- de Arrio se remonta -dicen los escritores enterados del asunto- a tiempos muy anteriores a Constantino, pues se encuentra en el modo en que, a través de la obra de Justino, Clemente de Alejandría, Orígenes y otros, la iglesia católica entendía la naturaleza de Dios.
Cuando los cristianos de los primeros siglos se lanzaron por el mundo a proclamar el evangelio, se les acusaba de ateos e ignorantes («paganus»). Los cristianos no tenían dioses que se pudieran ver o palpar, como los tenían los paganos.
En respuesta a tales acusaciones, algunos cristianos apelaron a aquellas personas a quienes la antigüedad consideraba sabios por excelencia, es decir, a los filósofos.
Los más destacados de entre los filósofos paganos habían dicho que por encima de todo el universo se encuentra un ser supremo, y algunos habían llegado hasta a decir que los dioses paganos eran hechura humana.
Apelando a tales sabios, los cristianos empezaron a decir que ellos también, al igual que los filósofos de antaño, creían en un solo ser supremo, y que ese ser era Dios.
Este argumento era fuertemente convincente, y no cabe duda de que contribuyó a la aceptación del cristianismo por parte de muchos intelectuales.
Pero ese argumento encerraba un peligro. Los cristianos, en su afán por mostrar la compatibilidad entre su fe y la filosofía, llegaron a convencerse a sí mismos de que el mejor modo de concebir a Dios era, no como lo habían hecho los profetas y otros autores escriturarios, sino más bien como Platón, Plotino y otros lo conceptuaron.
Puesto que estos filósofos concebían la perfección como algo inmutable, impasible y estático, muchos cristianos llegaron a la conclusión de que tal era el Dios de que hablaban las Escrituras. Naturalmente, para esto era necesario resolver el conflicto entre esa idea de Dios y la que aparece en las Escrituras, donde Dios es activo, donde Dios se duele con los que sufren, y donde Dios interviene en la historia.
El estado romano dirigido por Constantino, estaba interesado en que se resolvieran todos los conflictos que pudieran aparecer entre los fieles. Constantino pensaba que la iglesia debía ser «el cemento del Imperio», y por tanto cualquier división en ella le parecía amenazar la unidad del Imperio.
Por tanto, ya desde tiempos de Constantino, el estado romano, comenzó a utilizar su poder para aplastar las diferencias de opinión que surgían dentro de la iglesia católoca, no de la «iglesia de Jesus’.
El estado romano, en lugar de permitir que se descubriera la verdad mediante el debate teológico y la autoridad de las Escrituras, muchos gobernantes trataron de simplificar este proceso sencillamente decidiendo que tal o cual partido estaba errado, y ordenándole callar.
El resultado fue que en muchos casos los contendientes, en lugar de tratar de convencer a sus opositores o al resto de la iglesia católica, trataron de convencer al emperador. Pronto el debate teológico descendió al nivel de la intriga política -particularmente en el siglo V»
Quien convocó el concilio fue el mismo emperador Romano, Constantino, un hombre no cristiano (pese a lo que algunos quieran hacer ver) y adorador del «Sol Invicto».
Lo que Constantino, enemigo del depósito «biblico», no había logrado con las persecuciones, los leones y los tormentos, lo logró por medio de métodos más sutiles y efectivos. El llamado «paganismo», el culto romano, el antisemitismo y todo tipo de nefastas cosas entraron de manera velada en una iglesia muy diferente de la que motivaron los «apostoles».
La Ahora «iglesia» en manos de Constantino, no supo desembarazarse de las disputas doctrinales y teológicas, y del orgullo humano que se levanta contra Dios.
Habiendo acabado las persecuciones en el año 311, en una fecha tan temprana como el 314 al 321 los que una vez fueron perseguidos, ahora se convertirían en perseguidores de todo aquel que no pensaba en uniformidad a las doctrinas «oficiales»: Católicos persiguieron a los donatistas, arrianos a los católicos, católicos a los arrianos, todos de la manos del poder civil e imperial, según interesase a éste en el momento).
La posición de Arrio y de otros se conoce a través de muchas páginas que han de ser investigadas, y en este espacio no es viable hacerlo.
Una de las disputas puntuales entre Arrio y los trinitarios,se basa en una traducción errada del griego al latin, que no se ve en otras traducciones: «En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.» (Juan 1:1-3).
La fuente griega dice ( y así esta traducido al inglés, alemán, francés y otros idiomas): «En el principio era el LOGOS, y el LOGOS era con Dios, y el LOGOS era Dios. Esto era en el principio con Dios. Todas las cosas por él (por Dios) fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.» (Juan 1:1-3)
LOGOS significa «PALABRA», no «Verbo». Primero es la «Palabra» (de Dios), la cual genera «acción», es decir, «Verbo».
FGuttmann.