Felipe:
El llamado «Nuevo testamento» fue escrito en griego, por tanto la voz «espíritu» no aparece y en su lugar está «pneuma» que se traduce «viento».
«Y yo no le conocía; mas para que fuese manifestado a Israel, por esto vine yo bautizando con agua. También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Viento que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él.
Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Viento y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Viento Santo.
Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios» (Joh 1:31-34 R60)
Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.
Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel.
Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás.
Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los mensajeros de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre» (Joh 1:48-51 R60)
La manera como los antiguos de esas latitudes, que enmarca la historia que tiene que ver con los arameos, los hebreos y los israelitas, definían la manifestación de aquellos vivientes o experiencias que procedían del «cielo» se conoce en la reseña «bíblica» como los «vientos».
¿No son todos vientos ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?» (Heb 1:14-1 R60)
No todos los «vientos» proceden del Altísimo y los que no se le sujetan son llamados «vientos inmundos».
FGuttmann.