Respuesta a: Génesis Capitulo 1
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Javier Elias:
Gracias de antemano por tus saludos.
Ciertamente, sabemos que Cain era hijo del maligno y que su hermano Abel tampoco era hijo Adam, lo cual lo informa la genealogia de Adam de la cual responde la Biblia (Gen 5).
Para saber de quién directamente era entonces hijo Abel,solo debes sopesar que existen dos platillos en esta balanza que nos atañe: uno contiene la participación de lo «bueno» con los «buenos» y el otro la participación de lo «malo» con los «malos».
¿De parte de quién nació Caín y de parte de quién Abel?
Abel no es sémina directa del Padre, solamente lo es Jesús, entonces esta sémina procede del seno de los «buenos».
Para reconocer a un misionero («apóstol») o a un «advertidor» («profeta»), debes ver esos «frutos» que proceden de los misioneros y debes sopesar los contenidos de los que advierten, si estos ajustan con lo ya escrito.
Los profetas hasta Juan dejaron su legado, el cual podemos leer, mientras que los profetas de Jesús advierten a las personas y a los congregados acerca de lo que Jesús necesita enterarlos con base en que los advertidos están vinculados al Cuerpo de Cristo.
Desde luego que existe una diferencia entre los que obedecen a Jesús y los que no son parte del Cuerpo de Cristo.
Los que vienen de parte de Jesús no suelen ser aceptados en las congregaciones que no son de Jesús, porque su misión no trae mensajes que alimentan los intereses de esas congregaciones.
Las señales o frutos para reconocerlos deben ser primero conocidos, y luego discernidos sin apasionamientos.
Un «apóstol» es un misionero, entonces hay que evaluar sus misiones.
Los profetas solo advierten y no hacen de adivinos ni de agoreros, como lo hacen en la actualidad muchos que dicen ser «profetas».
Juan 20 reseña lo que Jesús le dijo a sus enviados: «A quienes les perdonen los pecados, Dios se los perdonará; y a quienes se los retengan, Dios se los retendrá.»
Existe una relación entre el organigrama de Dios y sus hijos comisionados por Jesús para regular el accionar de las personas que conozcan y según sus actitudes y resultados de cara al mensaje estos pueden borrarselos o no, y sus decisiones son ratificadas en el reino de los cielos.
El imperio políitico religioso romano se sustenta en una máxima bíblica para que los curas o padres catolicos perdonen en nombre de Dios los pecados:
«Confesaos vuestros pecados (ofensas) unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados» (Sant.5:16).
FGuttmann