Guadalupe:
«Y hablarás a los hijos de Israel, diciendo: Cualquiera que maldijere a su Dios, llevará su iniquidad (consecuencias).
Y el que blasfemare el nombre de Jehová, ha de ser muerto; toda la congregación lo apedreará; así el extranjero como el natural, si blasfemare el nombre de Jehová, que muera.
Asimismo el hombre que hiera de muerte a cualquier persona, que sufra la muerte. Y el que hiere (asesine, mate) a algún animal (que no sea para sacrificio) ha de restituirlo: animal por animal (Si alguien mataba, por ejemplo, el burro del vecino, tenía que restituirselo). Asimismo «el que causare lesión en su prójimo, según hizo, así le sea hecho» (si alguien le producía una herida a otro, le tenían que sancionar causandole una herida semejante). Rotura por rotura (quien causaba rotura a otro, por ejemplo, de un hueso, entonces le causaban la misma rotura); quien le produjera la pérdida de un ojo a otro, o la rotura o pérdida de un diente, a cambio como sanción debía perder uno de sus ojos o el diente: «ojo por ojo, diente por diente; según la lesión que haya hecho a otro, tal se hará a él»
Quien hería de muerte algún animal, tenía que restituirlo; pero si alguien asesinaba a otro («mas el que hiere de muerte a un hombre») debía ser muerto («que muera»).
Esas leyes eran para todos sin excepción, israelita o extranjero.
«Un mismo derecho tendréis; como el extranjero, así será el natural; porque yo soy Jehová vuestro Dios». (Lev 24:15-22 RVG)
FGuttmann.
