Respuesta a: Parábola: El hijo del hombre y la semilla sana
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Diego:
Si tomamos las informaciones que aporta la Biblia al pie de la letra descontando su contexto entonces llegaremos a una pared sin salida. Si la fe viene por el OIR la palabra de Dios, ¿para qué leemos la Biblia? ¿Qué significa OIR en el contexto en que se encuentra la humanidad de cara a su realidad?
Una información, como la que aporta la Biblia, es dada a quien está en condiciones o en disposición de recibirla. Las excepciones no marcan una generalidad. La situación que presenta una persona que nace y muere siendo sordomuda define su posición ante una información. En los casos extremos de personas imposibilitadas a recibir esa información, es apenas obvio que su situación les define ajenas a la misma realidad que debe confrontar quien está en plenas funciones para definir o decidir su camino o realidad.
El deseo magno de Dios, en cuanto a que quiere que todos los hombres se salven de una condenación eterna y lleguen al conocimiento de la verdad, exime a quienes están imposibilitados para asumir las responsabilidades que pueden y deben enfrentar quienes no están en esas condiciones.
«El que tiene oídos para oír, oiga» (Mat 11:15 R60)
No se salvaron ni los capacitados en esas guerras que se han motivado en este planeta, mucho menos los incapacitados.
La salvación tiene tres etapas, entonces en alguna de las dos terminales se salvarán aquellos que no tienen por qué estar presentes en un juicio.
Estos discapacitados mentales o los incapacitados en sus sentidos conocerán en el seno de Abraham, no solamente su anterior realidad, sino la verdad cuando llegue su momento.
El plan de Cristo en sus vidas será evidente cuando estas personas se encuentren en el lugar donde puedan asimilar plenamente la realidad y la verdad.
Si la familia ora para que se le quite esa enfermedad y sin embargo su oración no es escuchada y toda su vida tienen que soportar esa carga y quisieron hablarles de Cristo pero esto no se pudo, entonces que esperen a que el plan del Altísimo se haga realidad en esas personas cuando estas estén en el lugar donde puedan asimilar la información.
«No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista», reza el refrán.
Después de esta efímera existencia, la vida continúa, y luego viene la resurrección y esta trae en su información la sanidad para vivir en abundancia, no de bienes, sino en términos de eternidad.
FGuttmann.