Falú:
Las tales donaciones, sea de sangre o de órganos, no son temas, por decirlo así, «bíblicos», por su intrascendencia de cara a la realidad que nos envuelve. La posición de los llamados «Testigos de Jehová» respecto a no donar ni recibir sangre como tampoco celebrar los cumpleaños, se debe a los inspiradores de ese colectivo, pero ello no forma parte de los asuntos serios que nos atañen de cara a la problemática en la cual vivimos donde están comprometidos «cielos y tierra», y los ejércitos de ellos. Miles de personas han logrado vivir más tiempo gracias a esas donaciones sin negar los fracasos. Atenerse a los dictámenes de los «Testigos de Jehová» o de cualquier otra denominación o colectivo de corte religioso o místico no deja de ser un error, aunque entre sus enseñanzas haya instrucciones positivas.
Un seguidor de Jesús sabe cuál es el objetivo de su Señor, así como también la meta y entiende plenamente que un cuerpo sin el «viento» que le da la vida y sin su identidad («alma»), es decir, «muerto», no pertenece al reino de los cielos (Mt. 22.32), por tanto si los órganos le pueden servir a otro para que continúe viviendo un tiempo más, ello implica bendición.
Lo importante, lo puntual, es «nacer de nuevo», y como resultado buscar el reino de los cielos y su justicia, y lo justo es servir a la causa de Jesús, así que las arandelas que aportan las denominaciones solo son elementos para distraer, para enmarcar y asentar masas, y para desunir, porque las denominaciones que se precian de ser cristianas no se caracterizan precisamente por estar unidas en mutuo respeto, a menos que les convenga.
FGuttmann.