Alberto:
“Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido” (Eclesiastés 9:5)
Aun cuando los que vivimos sabemos que hemos de morir sin embargo las mayorías viven como si jamás fueran a morir.
Ciertamente, los muertos allí donde van nada saben» acerca de todo lo que sigue aconteciendo en el hábitat donde conocieron de la vida, «ni tienen más paga», porque donde yacen no trabajan ni interactúan y porque «su memoria es puesta en olvido”.
En términos generales la «memoria» o los registros de la vida de cada fallecido entra en proceso de «olvido» porque las siguientes generaciones también van falleciendo, sin embargo pero hay excepciones y son aquellas vidas que son inmortalizadas.
La muerte es una separación, tanto del hombre de su Creador, como del hombre con su hábitat al abandonar su cuerpo, no obstante, Jesús enseñó que la vida continúa para todos los fallecidos y continúa en ese lugar al que los israelitas llaman el «Sheol» y los griegos el «Hades».
Jesús aclaró que ese lugar está dividido en dos: a un lado acceden los que consideran «sepultados» y al otro lado lo llamó el «seno de Abraham».
Las personas que «nacen de nuevo» en «Cristo» no vuelven a morir, es decir, que por haber «nacido de nuevo» y estar en «Cristo», aunque fallezcan no serán separadas (muertas) ni del Padre ni del Hijo. No serán consideradas «sepultadas».
• “Nuestro amigo Lázaro se ha quedado dormido; mas voy para despertarle” (Juan 11:11)
» Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,
en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús (…) «(Eph 2:1-6 R60).
Luc. 16.20-31.
FGuttmann.