Autoridad espiritual
Autoridad espiritual:
«Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas» (1Co 12:28 R60).
«Y él mismo (Jesús) constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo. (Ef.4:11-15 R60).
Jesús, de cara al plan del Altísimo, con relación a la rebelión del ‘querub’ y a las consecuencias, jamás pondría a una mujer al frente de la lucha que a él le corresponde llevar a cabo en el escenario afectado contra el imperio del mal y aunque bien claro está el organigrama establecido por el Padre ello, aun cuando lo resalta la Biblia, no lo aceptan las mujeres desde los días de Pablo, por esa razón ese misionero expuso:
«Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo. Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta (aceptando autoridad diferente de la de Jesús), afrenta su cabeza (siendo su cabeza Jesús), pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta (no aceptando la autoridad instituida por el Padre), afrenta su cabeza (que es el varón); porque lo mismo es que si se hubiese rapado (y aparentará o se mostrara socialmente como un varón).
Porque si la mujer no se cubre (si no acepta la autoridad tal como el Padre la instituyó), que se corte también el cabello (y se presente en la sociedad como un varón); y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse (pareciéndose a un varón), entonces ‘que se cubra’ (que acepte la autoridad), porque (debe tener en cuenta que) el varón no debe cubrirse la cabeza (no debe aceptar otra autoridad que no sea la de Jesús), pues él es imagen y gloria (reconocimiento) de Dios; pero la mujer es gloria (reconocimiento) del varón, porque el varón (en cuanto al organigrama de Dios) no procede de la mujer, sino la mujer del varón, y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón, por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los mensajeros.
Pero en el Señor (en cuanto a los que le siguen), ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón; porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios’.
Con base en esa aclaración Pablo preguntó: «Juzgad vosotros mismos: ¿Es propio que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza? (sin tener autoridad como lo instituyó el Padre).
La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello (para parecer una mujer)?
Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello (lo cual elimina el uso del tal velo en los servicios).
Con todo eso, (habiendo Pablo aclarado el tema) si alguno quiere ser contencioso (polémico, justificándose en sus criterios), nosotros (los seguidores de Jesús) no tenemos tal costumbre, ni las (verdaderas) iglesias de Dios.» (1Co 11:3-16 R60).
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